Obra: Deals With God
Compañía: Julia María Koch
Coreógrafo: Julia María Koch
Teatro Nacional
10 de octubre, 2019
Tratos con el espíritu
Por Brígida Tobón
La coreógrafa alemana Julia María Koch invita con su propuesta escénica a un viaje ritual y metafísico que discurre con profunda sutiliza. A través del título nos entrega la primera llave para entrar al universo del espectáculo. Deals with God es una pieza que respira un vaho de misterio y misticismo. Son seis sacerdotes-bailarines quienes ofician el rito de construcción, de acercamiento al icono, que es el cuerpo, pero también conciencia del espíritu que provoca el movimiento.
Edificada sobre tres actos, cada uno se instaura como un laboratorio de transformación de la imagen. El individuo danzante cimenta una colectividad que le permite confluir en una propuesta escénica circular que busca la perfección dramatúrgica. Ya Aristóteles defendió el postulado cuando afirmaba que «lo perfecto es naturalmente anterior a lo imperfecto, y el círculo es algo perfecto».
La otra clave para descifrar el misticismo que ocurre en escena está depositada en las luces y la música:
La música punza, atormenta durante todo el espectáculo. Hace sangrar la paciencia. De reiterativos golpes electrónicos que se obstinan en su martilleo se pasa a partituras de música sacra que en cadena regresan a lo electrónico, sin dejar salir a los intérpretes y tampoco a los espectadores del estado de trance en que han sido sometidos.
Un par de luces cenitales crean dos círculos de iluminación que separan el hemisferio luz del hemisferio oscuro, representando la dualidad por donde se desliza la existencia humana. Los bailarines se sumergen en este mundo lumínico propio de los templos barrocos, en el que los rayos de luz confieren un estado ilusionista y mágico, para entregar secuencias de imágenes donde deambulan reptiles con sus dorsos convexos, artrópodos de mil patas o nudos de escarabajos.
En definitiva, Deals with God no es más que un ejercicio de abstracción sobre lo que los ojos ven y la facultad de discurrir sobre lo visto.
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comUNIDAD
Por
Guillermo Montiel
La pieza presentada anoche 10 de octubre en el
Teatro Nacional por la bailarina y coreógrafa Julia María Koch me recordó a El banquete, de Platón, donde el
filósofo describe su visión del amor. Él explica que en el principio el ser
humano era casi el epítome de la perfección: «todos los hombres tenían formas redondas,
la espalda y los costados colocados en círculos, varios brazos, varias piernas,
fisonomía unida a un cuello circular y perfecto».
La propuesta se divide en tres actos donde las
imágenes corporales creadas por los intérpretes aluden a lo que en la antigua
Grecia llamaban Arjé (fuente, principio, origen).
Como si nos sumergiéramos en lo profundo del océano,
estuvimos envueltos en una oscuridad absoluta y en un frío estremecedor, donde
seres invertebrados, cúmulos corporales y unicelulares flotaban en el vacío,
creando el espacio sonoro del más recóndito mar.
Yo simplemente me quedé en silencio para ver qué
trato hacía con Dios.
Con fotos de Eduard Serra
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