martes, 15 de octubre de 2019

Los límites del instinto animal


No se puede tocar el cielo sin morir 


Por Leila Nilipour

            De espaldas al público, las bailarinas Marine Rixhon y Anne-Flore de Rochambeau debaten con el vaivén de sus brazos al ritmo de una composición atmosférica, sombría. Izquierda, derecha, izquierda, derecha. Impasibles en su movimiento mecánico y sumergidas en la neblina que envuelve el escenario del teatro Ateneo en la Ciudad del Saber, inauguran la pieza ‘By the Skin of Your Teeth’ de la compañía canadiense Parts + Labour Danse, en el marco del Festival Internacional Prisma Danza 2019.

            El conflicto interno de las intérpretes se dilata. Izquierda, derecha. Izquierda…derecha. ¿Izquierda o derecha? La iluminación lúgubre, tenue, y el viaje sonoro creado por el montrealés Antoine Berthiaume para esta coreografía, sumen al público en una tensión que se quiebra fugazmente cuando Rixhon y de Rochambeau interrumpen el ir y venir de sus brazos y se despliegan sobre las tablas de la sala panameña.



            Un rostro, pálido, angustiado; el otro, serio, distante. La expresión corporal de las bailarinas nos revela que no es un juego. Hay resistencia, seguida de abrazos. Compenetración y rechazo. Casi caen, al unísono, una y otra vez. Una y otra [y otra y otra y otra y otra] vez. Rixhon pende de su compañera. La trepa por detrás, la recorre, cuelga de ella boca abajo. Se escurre hasta el suelo rendida, jadeante.

            Se intuye el punto de quiebre. La incertidumbre es trepidante, las consume. Con su creación, los coreógrafos canadienses David Albert-Toth y Emily Gualtieri –en conspiración artística con Rixhon y de Rochambeau– han llevado al auditorio a experimentar los límites del instinto animal más visceral: el de supervivencia. 



            «No se puede tocar el cielo sin morir un poquito», confiesa de Rochambeau. Nos observa fijamente, suspendida horizontal en el aire. Sujeta del cuerpo erguido de su acompañante, en el borde del escenario, reflexiona, se interpela. Indirectamente, nos coloca en el filo del precipicio y nos obliga a cavilar sobre su propuesta; a preguntarnos lo que preferiríamos no tener que contestarnos jamás.

            ¿Seríamos capaces de arriesgar la vida por el otro?
           
            Pero no hay espacio para el veredicto. Con nuestra moralidad en disputa, un trueno ruge y se apaga la función.



FICHA

Nombre de la obra: By the Skin of Your Teeth
Compañía: Parts + Labour Danse (Canadá)
Coreógrafa: David Albert-Toth y Emily Gualtieri, junto a Marine Rixhon y Anne-Flore de Rochambeau
Contexto: Festival Internacional Prisma Danza 2019
Teatro: Teatro Ateneo de la Ciudad del Saber
Fecha: 12 de octubre, 2019

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Lo que se ama mucho nos devora

Por Alex Mariscal

Uno de los aspectos poderosos de la pieza By the Skin of Your Teeth, presentada en el Teatro Ateneo la noche del 12 de octubre de 2019 en la penúltima función del festival Prisma, es la música que se cuela en los huesos. Está hecha de notas muy largas que dan paso a otras en semitonos hacia arriba en la escala, con transiciones en las que es difícil percibir cuándo termina una y cuándo inicia otra, excepto por los golpes de sonidos sueltos que martillan marcando aparentemente un compás. ¿Es solo la grabación del viento a gran altura o una composición electrónica?  El punto es que genera en el espectador la sensación de una energía muy potente que lo mantiene en ascenso. 

El otro aspecto es que la coreografía es «sencilla». Los movimientos con que las bailarinas María Rixthon y Ann-Flore de Rochambeau la inician así lo señalan. Son discretos movimientos repetitivos de los brazos de un lado a otro y de arriba hacia abajo. ¿Están acomodando cajas en un almacén? ¿Tirando de una cuerda de alpinismo? De esta rutina, que tiene leves variaciones durante varios minutos, una de ellas se desprende y rueda en el espacio. La otra la sigue y la atrapa. Da la sensación de que tiene miedo de quedarse sola o de que la está protegiendo. ¿Qué quieren comunicar con estas secuencias de repetición, de huida y abrazo, de suéltame que me urge escapar, o, no, me quedo, ya somos parte la una de la otra?

Es allí donde comienza uno a elucubrar cuál es el sentido de la pieza de movimientos sencillos, secuencias muy definidas, música en crescendo y ritmo ascendente en su intensidad. Y la energía sensorial desbordante en las ejecutantes, ¿rutina?, ¿expresividad del miedo o sobrevivencia?

A pesar de su sencillez, que no simplicidad, la coreografía de David Albert-Toth y Emily Gualtieri no es una abstracción incomprensible, sino que está preñada de la experiencia humana, que es un concepto muy actual e importante en la danza contemporánea (Tendencias del arte contemporáneo.  Revista SusyQ, 21 de sep. de 2019, pág. 10).

En efecto, la compañía PARTS + LABOR DANSE, de Canadá, anota: «la obra evoca instinto de sobrevivencia en situaciones extremas… como la experiencia depredador-presa o  escalar el Everest». Una carrera de relevo, o abrazar a un ser querido en sus últimos latidos.

La ejecución de Rixthon y  Rochambeau es nítida y fuerte; hace de la sencillez del movimiento una resonancia compleja y universal sobre el acto de morir; es decir, el riesgo de vivir. 

Con fotos de Eduard Serra
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