No se puede tocar el cielo sin morir
Por Leila Nilipour
De espaldas
al público, las bailarinas Marine Rixhon y
Anne-Flore de Rochambeau debaten con el vaivén de sus brazos al ritmo de una composición atmosférica, sombría. Izquierda, derecha, izquierda,
derecha. Impasibles en su movimiento mecánico y sumergidas en la neblina que
envuelve el escenario del teatro Ateneo en la Ciudad del Saber, inauguran la
pieza ‘By the Skin of Your Teeth’ de la compañía canadiense Parts + Labour
Danse, en el marco del Festival Internacional Prisma Danza 2019.
El conflicto
interno de las intérpretes se dilata. Izquierda,
derecha. Izquierda…derecha. ¿Izquierda o derecha? La iluminación lúgubre,
tenue, y el viaje sonoro creado por el montrealés Antoine Berthiaume para esta
coreografía, sumen al público en una tensión que se quiebra fugazmente cuando
Rixhon y de Rochambeau interrumpen el ir y venir de sus brazos y se despliegan
sobre las tablas de la sala panameña.
Un rostro, pálido, angustiado; el otro, serio, distante. La expresión
corporal de las bailarinas nos revela que no es un juego. Hay resistencia,
seguida de abrazos. Compenetración y rechazo. Casi caen, al unísono, una y otra
vez. Una y otra [y otra y otra y otra y otra] vez. Rixhon pende de su compañera. La trepa por detrás, la recorre, cuelga de ella
boca abajo. Se escurre hasta el suelo rendida, jadeante.
Se intuye el punto de quiebre. La incertidumbre es
trepidante, las consume. Con su creación, los coreógrafos canadienses David Albert-Toth y Emily Gualtieri –en conspiración
artística con Rixhon y de Rochambeau– han llevado al auditorio a experimentar
los límites del instinto animal más visceral: el de supervivencia.
«No se puede tocar el cielo sin morir un poquito», confiesa de
Rochambeau. Nos observa fijamente, suspendida horizontal
en el aire. Sujeta del cuerpo erguido de su acompañante, en el borde del
escenario, reflexiona, se interpela. Indirectamente, nos coloca en el filo del
precipicio y nos obliga a cavilar sobre su propuesta; a preguntarnos lo que
preferiríamos no tener que contestarnos jamás.
¿Seríamos capaces de arriesgar la vida por el otro?
Pero no hay
espacio para el veredicto. Con nuestra moralidad en disputa, un trueno ruge y
se apaga la función.
FICHA
Nombre de la obra: By the Skin of
Your Teeth
Compañía: Parts + Labour Danse (Canadá)
Coreógrafa: David Albert-Toth y Emily Gualtieri, junto a Marine Rixhon y Anne-Flore de
Rochambeau
Contexto: Festival Internacional
Prisma Danza 2019
Teatro: Teatro Ateneo de la Ciudad del
Saber
Fecha: 12 de octubre, 2019
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La ejecución de Rixthon y Rochambeau es nítida y fuerte; hace de la sencillez del movimiento una resonancia compleja y universal sobre el acto de morir; es decir, el riesgo de vivir.
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Uno de los aspectos poderosos de la pieza By the Skin of Your Teeth, presentada en
el Teatro Ateneo la noche del 12 de octubre de 2019 en la penúltima función del
festival Prisma, es la música que se cuela en los huesos. Está hecha de notas muy
largas que dan paso a otras en semitonos hacia arriba en la escala, con
transiciones en las que es difícil percibir cuándo termina una y cuándo inicia
otra, excepto por los golpes de sonidos sueltos que martillan marcando
aparentemente un compás. ¿Es solo la grabación del viento a gran altura o una
composición electrónica? El punto es que
genera en el espectador la sensación de una energía muy potente que lo mantiene
en ascenso.
El otro aspecto es que la coreografía es «sencilla». Los
movimientos con que las bailarinas María Rixthon y Ann-Flore de Rochambeau la
inician así lo señalan. Son discretos movimientos repetitivos de los brazos de
un lado a otro y de arriba hacia abajo. ¿Están acomodando cajas en un almacén? ¿Tirando
de una cuerda de alpinismo? De esta rutina, que tiene leves variaciones durante
varios minutos, una de ellas se desprende y rueda en el espacio. La otra la sigue
y la atrapa. Da la sensación de que tiene miedo de quedarse sola o de que la
está protegiendo. ¿Qué quieren comunicar con estas secuencias de repetición, de
huida y abrazo, de suéltame que me urge escapar, o, no, me quedo, ya somos
parte la una de la otra?
Es allí donde comienza uno a elucubrar cuál es el sentido
de la pieza de movimientos sencillos, secuencias muy definidas, música en crescendo y ritmo ascendente en su
intensidad. Y la energía sensorial desbordante en las ejecutantes, ¿rutina?, ¿expresividad
del miedo o sobrevivencia?
A pesar de su sencillez, que no simplicidad, la
coreografía de David Albert-Toth y Emily Gualtieri no es una abstracción
incomprensible, sino que está preñada de la experiencia humana, que es un concepto
muy actual e importante en la danza contemporánea (Tendencias del arte contemporáneo.
Revista SusyQ, 21 de sep. de 2019, pág. 10).
En efecto, la compañía PARTS + LABOR DANSE, de Canadá, anota:
«la obra evoca instinto de sobrevivencia en situaciones extremas… como la
experiencia depredador-presa o escalar
el Everest». Una carrera de relevo, o abrazar a un ser querido en sus últimos
latidos.
La ejecución de Rixthon y Rochambeau es nítida y fuerte; hace de la sencillez del movimiento una resonancia compleja y universal sobre el acto de morir; es decir, el riesgo de vivir.
Con fotos de Eduard Serra
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