lunes, 7 de octubre de 2019

Toca -compañero- bailar... bailar, o estamos perdidos*


Por Salvador Medina Barahona



La pieza «Y» se apropió de uno de los sectores de la mansión restaurante Las Clementinas, ubicada en el Casco Antiguo. Cobró vida en dos espacios a los que el público tuvo acceso de manera progresiva. En la antesala, una mesa al centro con botellas de vino descorchadas daba la bienvenida. Pronto comenzó a sonar en off la formidable trompeta de Aquiles Navarro. El vino fue servido. Era como estar en un lobby ritualista.




El trompetista se fue acercando hasta quedar de cara al público. Como el flautista de Hamelin, nos invita a seguirlo hasta una pequeña sala interior: un personaje (interpretado por Mariela Aragón Chiari) se viste morosamente con pantalón gris, saco negro y zapatos black & white. Algo le perturba. Al fondo, tras la puerta de vidrio a dos hojas, una proyección no del todo visible. El personaje se hace de un cayado rústico, una rama de árbol sobre la que quedará acuclillado luego de haber intentado, con mucho esfuerzo, decir: «Hay que obtener el control absoluto». Antes de que las hojas de la puerta se abran, llegará un segundo personaje (representado por Alejandro Schoffer), de camisa verde, con su: «¿A dónde vamos?». La frase, a un tiempo signo del desespero y pregunta ontológica, nos da pie de entrada al segundo, definitivo espacio de la puesta. El público pasa junto al personaje de zapatos black & white, lo deja atrás, ignorado en su mutismo.


Hemos llegado al patio de la estancia. La gente se ubica donde puede. Se sienta en las escaleras de descenso, en las pocas bancas del patio interno. O se mantiene de pie. La ejecución intradiegética del formidable trompetista y del contrabajista, Carlos Quirós, serán esenciales para el desarrollo discursivo de la pieza. Los movimientos neurálgicos de las bailarinas Stephanie Lee y  Milvia Martínez estarán a ella supeditados. Serán dos elocuentes entidades en fuga animadas por la música, los efectos sonoros de la urgencia.

El hombre de verde grita: «Cambio naranjas por botellas». Se desplaza y grita. «PLAS PLAS PLAS… PLÁSTICO». Y retoma su pregunta incómoda: «¿Hacia dónde vamos?». Se mueve por el jardín, regresa al interior de la sala donde antes estuvimos, sube hasta la azotea del antiguo edificio de dos plantas, desciende, vuelve al jardín, se escabulle entre el público, se esconde, pero murmura sus urgencias al tiempo en que los cuerpos, del otro lado, danzan, son «palabra, serpiente, rama, árbol, roca y flor» (S. Lee).





«Hay que obtener el control absoluto», recuerda uno. Pero, ¿quién nos lo dice?, ¿el personaje que parece ser a un tiempo dueño y señor de la naturaleza y/o sabio que interpela nuestra sensatez para subsistir? «¿Hacia dónde vamos?», se incomoda uno, otra vez, con esta pregunta filo. «Cambio naranjas por botellas», recicla uno con el de verde. «PLAS PLAS PLAS… plástico... Las palabras llenas de plástico», hace conciencia uno del desastre al que nos abocamos: ser «el cadáver exquisito de nuestra sociedad de consumo».

Se acerca el final. Uno de los cuerpos se arrincona y oprime en la esquina visible del patio. Se hace ovillo. Presiente y nos advierte, en su silencio rotundo, de lo que se nos viene encima.


*El título ha sido tomado de una breve respuesta de Stephanie Lee, vía correo electrónico.


FICHA

Prisma: Edición 8, 2019
PATACóN: proyecto multidisciplinar que se viene realizando desde el año 2017. Nace de la necesidad de los artistas Carolina Figueiredo y Ricardo Linero Ledezma de fomentar un diálogo urgente, por medio de expresiones artísticas, sobre problemáticas ambientales.
Tipo: Compañías seleccionadas
País de origen: Panamá
Fecha: Octubre 5
Lugar: Las Clementinas
Creación y dirección: Carolina Figueiredo y Ricardo Linero Ledezma
Intérpretes y cocreadores: Mariela Aragón, Stephanie Lee, Milvia Martínez, Aquiles Navarro, Alejandro Schoffer y Carlos Quirós


Fotos de Eduard Serra

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