lunes, 14 de octubre de 2019

Prisma Lab 2019



Niños que vuelan

Por Dionisio Guerra


El salón estaba saturado de murmullos. Susurros pequeños, bien chiquititos, aunque, apoyados en unos y otros, dejaban claro el exceso de energía de la audiencia. El noventa y cinco por ciento de los presentes eran niños. Niños de todas las edades con ganas de saltar, corretear; pero que sentaditos esperaban el gran evento.

Habían llegado al aula máxima del Instituto Nacional, la tarde del sábado 12 de octubre de 2019, para apreciar la coreografía DO THOUGHTS THINK THEY ARE LOST / WE FLY TOGETHER (Los pensamientos piensan que están perdidos / Volamos juntos), interpretada por los estudiantes del PRISMA LAB, participantes del programa Enlaces, en el que participan niños desde los 9 hasta los 18 años de las comunidades de El Chorrillo, Barraza, San Felipe y Santa Ana, quienes aprenden habilidades sociales a través de las artes escénicas.


 Al empezar la música, los murmullos se detuvieron abruptamente. Los ojos se abrieron al máximo y las cabezas giraron para encontrarse con la magia. Entonces, los jóvenes bailarines caminaron entre el público dándole la bienvenida. La conexión fue establecida y comenzamos a verlos «volar» en el escenario.

Vestidos con camisetas rojas, amarillas y azules, los bailarines se sumergieron en un juego coreografiado que, aunque al principio parecía ser improvisado, fue encontrando su justificación colectiva en su despliegue técnico.

Vimos cómo los movimientos nos hablaban de unión, de trabajo en equipo, de solidaridad, a la vez que estaban describiendo un mundo soñado en el que la alegría manda, donde se estiran las sonrisas al máximo y la amistad apoya el crecimiento: ¡volar!


La presentación cerró con un coro de la canción «Otro trago», de Sech, recitada a capella por los bailarines, dejando en claro su identidad, la nuestra, y su visión, su orgullo, sus esperanzas.

Prisma Lab es un ejercicio que se viene realizando cada año en el marco del Festival Prisma y que aprovecha la presencia de profesionales de la danza para llevar nuevas perspectivas a estos niños y sus comunidades, construyendo una obra a partir de su entorno y explorando nuevas capacidades a partir de la danza.

Este año Prisma contó con David Dorfman y Kellie Ann Lynch, de David Dorfman Dance, para liderar este ejercicio didáctico. Esta compañía, que tiene más de 30 años de experiencia, reside en Connecticut College y tiene una residencia de danza de verano de la Escuela de Artes de Tisch, en NYU, cada año.


 Do thoughts think they are lost / We fly together fue interpretada por Ángel Adames, Álvaro Barrera, Daniel Batista, Yeheiri Benítez, Arturo Cornó, Luis Chamorro, Génesis Concepción, Melanie Concepción, Meybis Concepción, Jimaleidy Edwards, Elías Estrada, Valeria Fonseca, Claudia Hamilton, Christian Méndez, Luis Mendoza, Josep Petit, Sol Ponce, Jaime Ruiz y Cristina Vallarino. La música es de Liz de Lise, Klezmerson y Michael Walt.

A partir de este tipo de resultados se justifica la permanencia de un festival como Prisma en el entorno socio-cultural y de las artes escénicas de Panamá.


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El futuro está del otro lado del muro

Por Alex Mariscal

Desde que tengo uso de razón escucho este estribillo, muy trillado en la actualidad, de boca de los políticos de mi país: «Los niños son el futuro de la patria». Pero el accionar político, económico y social de la mayoría de ellos cuando logra la preciada silla del poder no se orienta según este enunciado.

La tarde del sábado 12 de octubre, cuando observaba en el Instituto Nacional la coreografía de David Dorfman y Kellie Ann Lynch, directores del grupo David Dorfman Dance, llevada a escena por un grupo de niños y adolescentes de programas sociales que trabajan  a través de la danza, me pregunté: ¿no sería extraordinario que todos los niños de la patria tuviesen estas oportunidades? ¿No piensan ustedes lo mismo?



Porque hay niños que no tienen la fortuna de haber salido de su calle, ni de haber cruzado el muro de su manzana, ni, por diversas razones, de haber rebasado los límites de su municipio. Mucho menos de haber asistido a un teatro, o a una clase de arte. Al observar a esta veintena de bailarines orgullosos, alegres, entusiastas, reafirmé la invalorable función del arte, en este caso de la danza, en la construcción de la individualidad, la seguridad en sí mismo, el trabajo en equipo. Y esto ha sido posible gracias a la acertada visión del Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá, PRISMA, ya en su octava versión.

«Exploramos alegría e individualidad», indican las notas de programa.  Técnicamente, me comentó el coreógrafo Dorfman, «comenzamos con los fundamentos de cómo entrar y rodar sobre el piso y luego trabajamos a partir de movimientos que ellos traen consigo, de la cultura pop».



Más allá de los aspectos técnicos, el resultado de este laboratorio es precisamente lograr que estos chicos puedan, en un doble sentido, cruzar los límites de la realidad y de lo imaginario. También cruzar la calle, el muro, las fronteras de lo conocido a un mundo donde cada uno puede apoyarse en el hombro del otro y, en equipo, saltar todas las barreras y echar a volar la imaginación.

Estos niños y jóvenes titularon su pieza: Do Thoughts Think They Are Lost /We  Fly Toguether (Los pensamientos piensan que están perdidos / podemos volar juntos). Porque ellos ya visualizan un futuro, porque la patria no es un estribillo vacío, sino lo que una colectividad participativa construye para hacernos mejores. 
Con fotos de Eduard Serra
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